Conocer la biodiversidad que ha surcado los canales y fiordos de Aysén, es la cruzada que realiza Delphine Vanhaecke doctora experta en genética para la conservación de biodiversidad. De nacionalidad belga y bióloga de profesión, llegó a Chile el año 2009 para estudiar los impactos de las salmoneras sobre los peces nativos de Chile, aplicando técnicas de la biología molecular y genética de poblaciones y conservación. Desde el año 2019 recorre los canales y fiordos de la región con el único fin de construir el primer laboratorio de genética para el monitoreo de la biodiversidad. “El mar de la Región de Aysén es una reserva de vida única y representa para las comunidades una fuente de trabajo, alimentación y recreación, por ello es tan importante asegurar que el uso de los recursos marinos se haga de forma sostenible y con un mayor conocimiento, ya que esto permitiría elaborar un plan espacial marino, identificando las zonas indicadas para la protección, energía renovable, acuicultura, turismo, pesca artesanal, rutas de navegación”, indica la investigadora.
Su proyecto de investigación, denominado “MOBI-Aysén” es financiado gracias al Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) del Gobierno Regional de Aysén y cuenta con el apoyo del departamento de Ciencias Naturales y Tecnología de la Universidad de Aysén, alianza que le permitió instalar al interior de la casa de estudios estatal, el laboratorio de Ecología Molecular y Biodiversidad. A través de esta investigación, Delphine Vanhaecke propone la aplicación de una nueva tecnología en el campo de biología molecular, denominada ADN ambiental metabarcoding actualmente sin utilización en la región, desarrollando de esta manera un prototipo de una herramienta eficiente y de menor costo que permita rápidamente detectar, inventariar y monitorear la biodiversidad acuática en lugares de acceso difícil a partir del material genético (ADN) ambiental que dejan las distintas especies en el agua. Se necesita urgentemente, señala Delphine, una línea base de la biodiversidad y un método rápido, estándar y costo-efectivo para levantar esta información.
Este método consiste en obtener una muestra de agua la que al ser filtrada y analizada en el laboratorio, entrega información respecto de las especies presentes en el sitio estudiado, analizando el ADN ambiental que las especies dejaron en su paso botando escamas, mucus o piel. Durante la primera fase de ejecución del proyecto, la investigadora pretende crear un prototipo para el grupo taxonómico de mamíferos marinos, en específico ballenas y delfines, lo cual representa gran interés para potenciar al sector del ecoturismo marino y apoyar el monitoreo de la biodiversidad marina de manera efectiva, por ejemplo en las áreas marinas protegidas. Para lograrlo, busca en las propias comunidades la colaboración que necesita. Recorrer los canales y fiordos de la austral patagonia no es fácil señala, y para ello ha hecho partícipe a las comunidades y actores locales con alto interés en ecoturismo y conservación marina tales como las empresas de turismo Cahuelche, Drakkar, TourBellaVista; la Agrupación Turismo Náutico y Conservación de Cetáceos; la Agrupación Defensa Río Cisnes, Aysén Mira El Mar, así como también estudiantes, buzos y fotógrafos de naturaleza.
Es así que el mes de marzo 2020 realizó un primer taller en la localidad de Puerto Cisnes, que tenía como objetivo capacitar a los participantes en la técnica de recolección de ADN ambiental. Luego del proceso de formación, se realizó una salida de navegación en la embarcación Cahuelche donde se aplicaron los conocimientos obtenidos, lo que permitió contar un total de 10 muestras de ADN ambiental del fiordo Puyuhuapi, las que fueron tomadas cerca del sector donde habitan mamíferos marinos como el delfín chileno, delfín austral y el lobo marino común para poder validar el método.
En el futuro, la investigadora espera desarrollar un programa de monitoreo apoyado por los habitantes del litoral, entregándoles para ello una capacitación básica y un kit para la toma de muestras, con el objetivo de cooperar en el levantamiento de información e intercambiar conocimientos sobre los ecosistemas, la fauna marina y las nuevas tecnologías para su monitoreo. El próximo destino será la localidad de Melinka y Raúl Marín Balmaceda, utilizando la misma metodología y siempre que la emergencia sanitaria por Covid-19, lo permita.