El 10 de julio se publicó en el diario oficial el reglamento que establece la composición y funciones de los Comités de Ciencia, Tecnología e Innovación para el Desarrollo Regional. Esta es una instancia asesora de los/as Gobernadores/as Regionales y está llamada a colaborar en la formulación de políticas que promuevan la investigación científica, el capital humano, la innovación, la transferencia y difusión de tecnologías vinculadas a la innovación regional.
El despliegue territorial de la institucionalidad científica es un propósito que, sin duda fortalece su apoyo al desarrollo del país y de cada región, lo que debe ser valorado. Sin embargo, en este caso como en otros, este reglamento termina negando los objetivos que señala querer alcanzar.
Primero, este reglamento que busca canalizar la participación en políticas públicas de decenas de instituciones y especialistas, se elaboró obviando justamente este carácter, es decir, su diseño no consideró la opinión de entidades ni personas llamadas a integrar tales comités. En efecto, las universidades regionales no fueron consideradas.
Segundo, el propósito inicial de esta iniciativa es promover la descentralización, en este caso, del quehacer científico y dar mayor protagonismo a las y los actores regionales. Por ello, causa extrañeza que, esta decisión de crear los Comités se oficialice una semana antes que asuman las nuevas autoridades elegidas democráticamente para liderar los procesos de desarrollo regional. Este evidente apuro reglamentario, excluye a las y los Gobernadores de incidir en la definición de una instancia llamada precisamente a brindarles asesoría y colaboración en materias de incidencia creciente en el proceso de desarrollo territorial. Sin duda, se debió esperar la instalación de las y los Gobernadores /as Regionales para que, en conjunto con ellos/as y con lo que cada uno de los territorios defina en su diversidad, den origen a un reglamento más amplio, participativo y flexible.
Tercero, la conformación de los Comités sigue una mirada centralista y homogeneizadora que tan mal le ha hecho a nuestro país, cuya diversidad es reconocida en los discursos, pero negada en la normativa y regulación. Nada justifica que el número y ámbitos de las instituciones llamadas a integrarlo sea el mismo para todas las regiones. Lo anterior, ignora la diversidad de tamaños, emplazamientos, y de especializaciones de quienes componen el ecosistema científico, tecnológico e innovación de cada región.
Cuarto, si bien se valora la intención de convocar a este Comité a personas de muy diversos ámbitos y enriquecer así su mirada, se ignora el aporte relativo y diferenciador que hacen las instituciones a las que están vinculadas. Así, la aplicación estricta del reglamento permitiría marginar del Comité a universidades que son parte de la historia, trayectoria y patrimonio territorial, cuyos programas de pregrado han formado a parte significativa de técnicos y profesionales, como también en los postgrados a través de los magísteres y doctorados que han aumentado la masa crítica de científicos e investigadores y que, han difundido la ciencia y promovido la innovación en diversos sectores de sus regiones.
Quinto, respecto al funcionamiento, 4 sesiones al año parecen ser insuficientes si se busca avanzar en las funciones del Comité señaladas en el artículo 9° del Reglamento, considerando además que el plazo para comenzar la instalación rige desde la publicación en el Diario Oficial y no dice relación con el inicio de los Gobiernos Regionales.
Sexto, acerca de los integrantes, se señala que el Comité estará compuesto por ocho miembros, pero el espacio para un representante de las universidades regionales no está asegurado, por tal motivo creemos que es necesario contar con un representante de las casas de estudio regionales del mismo modo en que se integran los SEREMIS.
Las 22 Universidades Regionales que integran AUR rescatan el espíritu inicial de esta iniciativa como es, el desarrollo y consolidación de una institucionalidad que promueva el desarrollo de las ciencias, la tecnología y la innovación para beneficio de sus comunidades y territorios.
Por lo anterior, enfatizamos la necesidad de revisar la orientación general y contenidos específicos de este reglamento, cautelando que este sea el resultado de un efectivo ejercicio de participación, que lo investirá de legitimidad y viabilidad. Naturalmente, esto último implica considerar la opinión fundamental de las y los nuevos gobernadores regionales.
En este esfuerzo aseguramos desde ya el compromiso y la entusiasta colaboración de nuestras instituciones, de miles de personas que en ellas laboran y que diariamente desde Arica a Magallanes hacen ciencia, tecnología e innovación para el desarrollo de Chile, en todo Chile.
Agrupación de Universidades Regionales de Chile, regiones 20 julio 2021