23 mayo 2019
Mejorando la convivencia escolar, promoviendo el buen trato
Julia Cubillos Romo
Académica, Departamento de Ciencias Sociales y Humanidades
El país ha avanzado en materia de convivencia escolar, a través de políticas públicas que impulsan tanto el Ministerio de Educación como la Agencia de Calidad y la Superintendencia de Educación. Lo usual en la actualidad es que los establecimientos definen un encargado de convivencia, establecen un plan, definen medidas y protocolos a seguir frente a hechos de violencia en los establecimientos. Sin embargo, pareciera que esto no es suficiente; por una parte, la Superintendencia de Educación aprecia un aumento en las denuncias y, por otra, la Agencia de Calidad de la Educación evidencia un estancamiento en los indicadores de desarrollo personal y social.
Existe evidencia científica que advierte que un buen clima de aula y clima institucional son catalizadores de mejoras significativas en los aprendizajes de los estudiantes y, por el contrario, ambientes caracterizados por la violencia física y psicológica, el acoso escolar a través de medios físicos y digitales o los ambientes escolares inseguros, impiden que los estudiantes logren adquirir las habilidades y competencias requeridas para su nivel escolar.
A ello se suman experiencias internacionales que evidencian que trabajar las competencias emocionales en estudiantes, docentes y apoderados favorece el clima, la convivencia y los aprendizajes. Ejemplo de ello son el programa RULER en EE.UU. -con un enfoque basado en la eficiencia empírica para la integración del Aprendizaje Social y Emocional (SEL), el Grup de Recerca en Orientació Psicopedagògica de la Universidad de Barcelona, el Programa Educación Responsable de la Fundación Marcelino Botín en Madrid y el Laboratorio de Emociones de la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga, entre otros.
Todos estos programas han puesto su foco en las competencias emocionales referidas al autoconocimiento y reconocimiento de emociones, a la capacidad de comprensión emocional (asociada a la capacidad de no juzgar y empatizar con el otro, además de acoger), y a la regulación emocional o la capacidad de manejar y modificar las respuestas emocionales. Algunas habilidades que se expresan al desarrollar competencias emocionales son la comunicación asertiva, la resolución de conflictos y la comprensión sin prejuicios ni estereotipos, entre otras. Estos programas han evidenciado que jóvenes con mayor bienestar personal (sentirse competentes y apoyados) manifiestan en menor medida comportamientos de riesgo (baja autoestima, depresión, estrés, violencia, delincuencia, anorexia, suicidio, etc.), cuestión que incide en la convivencia escolar y en su propio proceso de aprendizaje.
Bajo este contexto surge el Proyecto de Innovación Social financiado por el Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) del Gobierno Regional, e implementado entre la Universidad de Aysén y la Superintendencia de Educación. Este proyecto, denominado “Promoción del buen trato en la convivencia escolar a través del desarrollo de capacidades”, busca, en el término de dos años y medio, diseñar y validar un prototipo innovador de intervención psicosocial y educativa, que permita promover el buen trato y con ello mejorar la convivencia escolar en seis establecimientos educacionales de la Región de Aysén. Socios estratégicos son el Departamentos de Educación Municipal de las Municipalidades de Coyhaique y Aysén, sostenedores de los seis establecimientos en que se desarrollará el proyecto; y la Seremi y Departamentos Provinciales de Educación correspondientes, como parte del Comité Asesor.