Hace unas semanas, las universidades Católica y de Chile, se reunieron con 101 de las y los 155 constituyentes electos para dialogar sobre los resultados de las conversaciones ciudadanas impulsadas por la plataforma Tenemos que Hablar de Chile durante 2020, iniciativa que vincula directamente a la academia, la ciudadanía y los y las convencionales constituyentes.
Este es uno de los muchos aportes que desde las universidades del país- consideradas dentro las instituciones mejor evaluadas por la ciudadanía- se puede y debe hacer en este histórico proceso que enfrentamos. La nueva carta magna que emane como resultado, no tendrá legitimidad si no incluye de manera contundente las voces ciudadanas de los distintos territorios de Chile, incorporando las tan disímiles necesidades que tienen los y las habitantes del país desde Arica a Magallanes.
Tal como lo señala el artículo 4 de la Ley 21.094 sobre universidades estatales, éstas tienen como misión contribuir a satisfacer las necesidades e intereses generales de la sociedad, colaborando, como parte integrante del Estado, en todas aquellas políticas, planes y programas que propendan al desarrollo cultural, social, territorial, artístico, científico, tecnológico, económico y sustentable del país, a nivel nacional y regional, con una perspectiva intercultural- las universidades tenemos que asumir un rol activo como actores fundamentales de la sociedad y claves en el desarrollo de profesionales integrales, así como de investigación y de creación de conocimientos, innovación y vinculación con el territorio y, por tanto, como instituciones de educación superior estamos al servicio de la comunidad.
En este sentido, surge la pregunta sobre cuál será el rol de los espacios de conexión con la ciudadanía: ¿consultivos o vinculantes?. Sea cual sea el mecanismo que se plasme en el reglamento, el foco debe estar siempre en fomentar que los y las ciudadanas se hagan parte de este proceso que puede significar una mejora sustantiva en nuestra vidas y que los y las constituyentes sigan por la senda de poner en valor los miedos y preocupaciones, sueños y esperanzas de los y las habitantes del país.
¿Cómo hacernos parte de este proceso histórico?
Si tomamos en cuenta todo lo anterior y considerando la relevancia de la participación ciudadana en todo lo que viene, las universidades estamos disponibles para apoyar y convocar iniciativas que permitan abrir espacios de debate, reflexión y diálogo, sistematizar información, reunir las voces de la comunidades, articular a los diversos actores, acompañar procesos formativos, poner a disposición plataformas, herramientas y recursos metodológicos, además de entregar información clara y democratizar su acceso para unir, más aún en territorios aislados como el de la Región de Aysén- las demandas y anhelos de sus habitantes.
Ante este debate próximo a comenzar, será importante que todos los actores, de los diversos ámbitos, como organizaciones sociales, universidades y sociedad civil, puedan confluir en un trabajo mancomunado con sus electos y electas convencionales, para que las reales necesidades de las comunidades sean escuchadas y consideradas.