Las universidades, sin duda, tienen una responsabilidad social en los territorios donde se emplazan. Pero antes de comenzar el intrincado desafío que implica articular la experiencia cotidiana y el mundo académico, nos gustaría otorgar -a quienes lean esta columna- algunas coordenadas esenciales desde donde nos situamos para abordar las relaciones entre la universidad y los territorios. Nuestro desafío es la implicación de la Universidad de Aysén en la red de dinámicas y acciones de carácter territorial que muchas instituciones y organizaciones de base vienen desarrollando. Por ello la pregunta por el lugar de la universidad en la región.

Primero, al ubicar los actuales procesos de producción académica en el lenguaje del pensar-hacer de una sociedad postmoderna, mercantilista, objetivada y uniforme, (donde lo homogéneo prescinde del respeto a las diferencias), es posible identificar la tendencia a relevar el conocer por sobre la emergencia del comprender, pregonando una praxis académica estéril, alimentada por discursos cientificistas carentes del sustrato contextual desde donde surgen. Por ello, pensar la actividad investigativa e interventiva como una praxis comprometida ética y políticamente, nos lleva a cuestionar las estrategias de formación universitaria, donde progresivamente se prescinde de la espontaneidad, la genuinidad, los afectos y la creatividad. El pensar-hacer presupone, en las sociedades actuales, la mecanización cognitiva y corporal, donde quedamos sujetos a modelos de desarrollo y calidad de vida ligados al consumismo que prescinde de otras formas alternativas de lazo social. Es así como las acciones de formación y extensión desde la Universidad, se convierten en un tema a debatir por las implicancias que su discurso involucra dentro de los distintos ámbitos de las disciplinas actuales, en particular de la psicología. En este escenario, necesitamos transformar aquellas expresiones intelectuales-elitistas, para dar paso a una praxis nutrida desde diferentes agentes y movimientos sociales, haciendo lecturas interpelantes para la argumentación y retroalimentación académica. 

Lamentablemente, por lo general, las actividades de formación y extensión desde las universidades, promueven la adquisición de conocimientos desconectados de la promoción del cambio social. En este sentido, sostenemos fuertemente la idea de la pertinencia de metodologías participativas y críticas como herramientas para una transformación profunda. 

Desde ahí pensamos dos componentes distintivos en la formación. Una línea de Prácticas Territoriales y el futuro proyecto del Centro de Atención Psicosocial (CAPs) que buscan asentarse desde las identidades y el reconocimiento local, en tanto, es la identidad la que nos estructura desde un arraigo cultural e histórico conectándonos con nuestra memoria, y el reconocimiento se instala como una oportunidad política de participación y decisión. 

Considerando estos elementos, desde una aproximación participativa de investigación e intervención, es posible relevar el reconocimiento de identidades invisibilizadas, marcadas por una realidad histórica y socio-política determinada, acompañando los diversos procesos de fortalecimiento comunitario y salud mental hacia la democratización, interacción y co-construcción cultural de activos sociales que lleven a la movilización de discursos, procesos y políticas que pretenden superar los retos que la exclusión social sostiene actualmente. 

Apuntamos justamente a la reconstrucción de escenarios de transformación, como un aporte a la creación de espacios de encuentro, análisis y discusión sobre temáticas tan diversas como participación, salud mental, comunicación, juventudes o fortalecimiento comunitario, con el fin de proponer ideas para la construcción epistemológica,  académica y práctica con, en y para los territorios, donde la investigación e intervención adquieran relevancia y pertinencia territorial. 

Teniendo en cuenta estos lineamientos fundamentales de levantar conocimiento comprensivo desde y para el territorio de manera participativa y crítica, desde Psicología nacen dos grandes líneas de acción: el Centro de Atención Psicosocial (CAPs) - junto a Trabajo Social - y las tempranas Prácticas Territoriales en nuestra malla formativa. El CAPS será un centro destinado a contribuir a la salud mental a través de intervenciones levantadas de manera participativa y, a su vez, contribuirá a los procesos formativos de docencia y en la generación de conocimiento científico. Para lograr este objetivo, se planea trabajar en tres grandes áreas: Vinculación con el Medio, Docencia e Investigación. Cada una de ellas estará orientada -entre otras funciones- a poder generar, articular y diseñar estrategias desde, por y para el servicio de la comunidad regional y el desarrollo de las ciencias sociales a nivel local y nacional. Mientras que la línea de Práctica Territoriales permitirá a estudiantes insertarse e incidir en sus territorios desde los primeros semestres.

Como disciplina, tenemos como principio orientador el poder formar profesionales con las competencias, habilidades y compromiso ético necesario para contribuir de manera respetuosa, pertinente y contingente al desarrollo regional. Esto sólo será posible a partir de la generación de conocimiento territorialmente coherente. La invitación es a sumarse y participar en la generación de conocimiento entre los distintos agentes locales e institucionales de la Región de Aysén.