La creación de la Universidad de Aysén reflejaba también, de manera tangible, la revalorización de la educación pública y de la educación superior estatal, mientras el país se preparaba para reconocer, por primera vez en su historia, el derecho a la educación superior, y exigía a las instituciones honrar el ejercicio de ese derecho, garantizando el acceso equitativo e inclusivo a este nivel educacional.
Desde la Universidad de Chile hemos tenido el privilegio de recibir desde el Estado el mandato de apoyar y acompañar a la comunidad de la Universidad de Aysén en la etapa inicial de desarrollo. Esta tarea se enmarca en una nueva concepción de la relación entre universidades que valora la colaboración y la cooperación, en contraste al modelo de competencia que por décadas algunos consideraron sería capaz de promover la calidad.
En estos cinco años de trabajo conjunto, desde la universidad de Chile, hemos procurado responder a este compromiso con nuestras mejores capacidades para aportar al desafío de forjar los cimientos académicos de la nueva universidad, siempre respetando su autonomía y su visión emanada de procesos participativos antes y después de su creación. A través de esta colaboración nos hemos impregnado de la visión de una universidad estatal moderna que representa una renovación para el sistema universitario en general y el proceso ha servido también como un espacio de reflexión sobre el rol público de la universidad
Además de nuestra participación en el co-diseño de los planes de estudio de las carreras, o el estímulo de la investigación científica, la tarea fundamental ha sido colaborar en la selección de los académicos y académicas que se han ido paulatinamente integrando a la institución. La capacidad de atraer hacia la Universidad a un grupo de personas con destacada formación académica en variados ámbitos del conocimiento, con capacidades demostradas en investigación y el compromiso de aportar al desarrollo institucional y regional, representa un logro mayor de estos años.
Si bien son los académicos y académicas quienes tienen bajo su responsabilidad las principales funciones universitarias, sabemos que las exigentes demandas de excelencia y pertinencia que la sociedad hace a sus universidades requieren del trabajo articulado de la comunidad universitaria para el cumplimiento de la misión institucional, más aun cuando las Universidades hemos sido llamadas a contribuir a la transformación de la sociedad. En ese sentido los pasos que están dando las universidades estatales para integrar y articular su trabajo con el objetivo de fortalecer el sistema es un paso determinante para un país mejor.
Finalmente, sabemos que una institución que ha nacido del diálogo como la Universidad de Aysén mantendrá vivo ese espíritu fundacional y sabrá proyectarlo para aportar a la convivencia creativa y equitativa más allá de su entorno inmediato.